Después de plantearnos varias veces el hecho de salir al embalse de Orellana a una sesión de dos noches con todos los preparativos que eso conllevaba teniendo una sesión prevista para tierras galas en unos días, nos liamos la manta a la cabeza y emprendimos un nuevo viaje a aguas de el mítico pantano que tantas alegrías nos había dado en estas fechas:
ORELLANA
Ya en orilla, cogimos la zodiac y comenzamos a buscar los posibles movimientos y pasos de los peces con una ojeada bastante exhaustiva. Nos encontramos con dos puntos posibles, los cuales marcamos con una H ( una a la izquierda a unos 200 metros de la orilla, que seria mi puesto y otro a la derecha a unos 100 metros, que seria el de mi pareja Agus).
Con todo ya marcado comenzamos a montar nuestros equipos viendo algún tímido movimiento por parte de nuestras amigas cerca de la zona elegida. Esto nos daba un plus de ánimo ya que en la anterior sesión las costo mucho comer cerca de nuestras posturas.
Cañas y carretes listos para el ataque y llegaba el momento en el cual una decisión de cebo podía ser bastante crucial en nuestra jugada. Ambos llegamos a la conclusión de probar en nuestro pesquil diferentes posturas y presentaciones del cebo para tantearlas la primera noche y hacernos una idea de cómo y donde estaban comiendo (montando posturas a diferentes aguas incluyendo cebos fondantes y flotantes con diferentes tonalidades y olores)
Trascurrida la primera noche en la que, por un lado, dejo a Agus fuera de combate debido a la cantidad de picadas, por otro lado, lo mío iba de mal en peor teniendo una gran arrancada de una carpa que a simple tacto parecía bastante grande, perdiéndola en apenas 50 metros de lucha.
Ya mosqueado sin saber el porque de esta perdida, comencé a realizar nuevas posturas volviendo a poner el mismo cebo, hice su correspondiente bolsita de pva y a posarla en el mismo sitio donde sufrimos la perdida, esperando otra posible arrancada.
Va transcurriendo la segunda noche cuando Agus, en apenas unas horas, estaba de nuevo fuera de combate ya que en su H se adentraban varios bandos de machos pendientes de la freza y ninguno superando los 15 kg. Mis cañas seguían igual que las dejé, ni un triste pi…
Amanece el nuevo día, el de recogida, y ya olía el bolo que estaba por comerme, cuando de repente, con una taza de café en la mano, arranca una de mis Delkim indicándome una gran picada en la caña en la que la primera noche perdí el gran pez, la caña que tenia un montaje snowman con 1016 de Senzor Planet.
Comienza una gran lucha, una lucha increíble, una lucha en la que mis Shimanos se quedaron en el nudo y teniendo que meterme un poco con la barca para recuperar la línea perdida. Este era mi momento de no irme bolo, el momento de quitarme la espina que me había dejado su compañera 48 horas antes y no pensaba rendirme.
Después con los brazos exhaustos, todavía seguía peleando a esa gran gladiadora, llegando a rozar la sacadera en 7 ocasiones pero sin darme margen para despegarla del fondo y por fin… da su brazo a torcer y somos capaces de ensamblar a una preciosa pepita de Orellana, una gran luchadora, una carpa de escasas escamas, muy limpia.
La llevamos a la moqueta y nos quedamos perplejos por semejante preciosidad, no nos creíamos lo que teníamos entre nuestras manos, nada más y nada menos que una royal de 28.760 kg.
La cuidamos como si de un hijo se tratase y la devolvimos a su medio, haciendo de ésta una sesión inolvidable. Gracias Orellana. Nos volveremos ver cuando vuelva de tierras galas.
Un saludo Rubén Molina
La pesca en Badajoz